domingo, noviembre 11, 2007

Epílogo







A medida que el tiempo se me acerca,
voy cerrando ventanas, balcones,galerías,
lamparillas alojadas a los pies de los muertos.

Voy cerrando el cuello gris de los cipreses,
los pantanos donde la piel se ulcera,
la alegría semejante a un rojo infinito.

A medida que el tiempo se me rompe,
voy hallando mis pasos en la seca nieve,
sin desdeñar el luto del agua entre las manos
o el decorado alegre de un charco en el camino.

Voy cerrando los ojos de los ángeles,
la pluma golpeada por el viento,
el sordo resplandor de las medusas,

La posada donde habita la herida,
el erguido y confuso abrazo del padre,
el ojal ciego del amor en mi nombre

Y no sé si la locura o la muerte, o quizá
las alas de la calma toquen mis senos,
y en mí se eleve la poderosa altura del sol,
sobre todo lo que aún duerme.

Seré de corcho o de fuego,
seré, la mitad de una nausea o el verde
sencillo de un árbol. Seré,
el silencio o la pluma que agote la tinta,
seré la pupila del tiempo,

el diluvio en el lomo del pez
o el instante desnudo que despierta
y me reza en los ojos.

Y todo lo olvidaré para encontrarlo
y todo será amado hasta olvidarlo.

2 comentarios:

Ogigia dijo...

Teleo, ya sabes que me gusta

Amanda dijo...

"Y todo será amado hasta olvidarlo"
Me impresiona especialmente este verso. Lisola, tanto como la fuerza de todo el poema...
Qué cierto que el tiempo se "rompe"
Un abrazo.