viernes, abril 14, 2006

La Mariee




Me he despertado en la noche flotando en el sepia de las medusas,
al este de los vientos que ahogan mi sombra, soñando
con un trono rojo y un hogar blanco.

Me he despertado en la noche con los pies helados
y una hoguera en las manos y un delfín en la boca,
masticando la sangre del tigre que sonríe ante mi muerte.

La espiral sobre el lecho y el corazón sobre el tiempo
hacen un hueco en la honestidad de mi sábanas.

He cruzado la línea que separa un golpe de rosas
de esta pequeña pluma que me escupe.

Sin mi sombra
seré pasto de los peces que naufragan en mi ombligo.

jueves, abril 13, 2006

Las tres velas.



Los días recién lavados amanecen
con una tonalidad de azul de metileno.

Las noches por el contrario
son cataratas de hormonas
visitando los cuerpos desnudos.

Desde la séptima rendija
toma el aire su desnutrido hueso.

Grande o pequeño el mármol materno
visita la espesa cabellera que ora
en la llama blanda.

Entra la noche.

Los cuerpos incrustados en su hedor
crecen en la sangre y en el agua.

La forma desciende por una multitud
de muecas.

En algún lugar hay cuentas de colores
alededor del cuello
y una gota de tiempo en la frente
que interpreta su final.

domingo, abril 02, 2006

Violinista azul



Lúcido infinito.
Lúcido como una estatua evaporada por la lluvia.

Una frente de vértigo,
después la sombra de los moribundos
amanece en su inmortal avenida.

Después,
la catarata de luz sobre los lirios
o el exilio viviendo de su gloria.

Y en medio una torre aislada en su pureza.

sábado, abril 01, 2006

Chagall




Asistir a tu propio nacimiento, con una mano extendida hacia el cielo y la otra encerrada en una cápsula de lodo. Asistir al sacrifício de abrir los ojos y respirar en un pequeño surco sin otra concesión que la de ser un trozo de carne examinada y sin juicios.

Respirar es llenarse los pulmones de discursos para justificar barreras, disfrazar los alveólos con jerséis de angorina, empollar la sangre para que nazca el lugar donde poder morir sin hedor alguno.

Después de todo es acostumbrarse al ciclo, a la idea de ser
un pequeño microorganismo al servicio de los dioses.

Aquí tenéis el pequeño alfiler imantado que os dan los magos que mueven el mundo.

Prendeos de él. Utilizad su punta para cercenaros el lado del cerebro
donde anidan los pájaros. El beneficio será inmenso.

El beneficio será el orden de los minutos y la noche que acaba en una cama
grande y blanda. La permanencia del sol en las ventanas limpias.
La ciudad_hospicio que nos garantiza una limosna en la piel
cuando esta llega a su última arruga.

El beneficio será el orgullo de circular por el asfalto de una ciudad enferma
y arrojar los dientes al agua fría.

Envolver el alma con chispazos de celofán, afiliándose a los barrotes
que nos protegen del pensamiento único.

La espalda recta, los ojos sin desarrollo, la mirada corta, las manos en guardia, el cerebro de cartón frente a un escaparate donde se exhiben artículos de lujo para festejar la vida. Luego la disputa por la felicidad decorada en un huevo.

Nos sirven el corazón en moldes de plomo para aumentar la hemorragia que nos divide y organiza.