martes, mayo 22, 2007

El greco. (La dama del armiño).




Como las lilas,

como las lilas,

que intuyen el final del mar,
la impaciencia del ángel
por brotar del árbol.

Como las lilas,

y el viento en el armiño,
y el rostro, luz, carne, lazo
de luz que reluce un instante,
desde los hombros hasta el centro
de la hoja.

Como las lilas pequeñas
que asaltan la desnudez y brotan
sobre la siembra de la mano.

Como las lilas milagrosas,
que levantan sobre el muro
el gesto vivo, los ojos,
el olvido en la quietud
misteriosa y completa
de una sombra sin su dueño.

domingo, mayo 20, 2007

De regreso al ayer




De regreso al ayer,
bebo el vino amargo de los conventos,
vigilo los lugares que creí abandonados,
me instalo en esa lluvia menuda
que nos viste de negro.

De regreso al ayer,
recorro como un viejo la existencia,
llego hasta el final de los instantes,
sin haber pintado apenas las ventanas.

Me levanto temprano y debo ser,
un árbol sin cimientos.

Sé que hablo de la luz y hasta ahora,
no he manchado la voz,
y el alma,
es el único animal que mira y ríe.

Ahora mi voz no es la voz que yo conozco,
es un espejo dilatado en mi cuerpo

Tantas veces me levanto del suelo,

tantas...

Y luego, después de saludar a los pájaros,
la loca de la vida viene a recordarme,
que todo está lleno de muerte.

Y sé que es Abril y que mis sábanas
están limpias y que el heno,
tiene la misma forma de mis hojos,
y que los vuestros ya no lloran,
ya no preguntan,
sóo se embarran en un silencio extraño.

Ahora,
que el enemigo está en cada rosa
que abre el viento,
y la pluma se me hace difícil
ante el mañana

ahora,
diré que un resto de piedras
es el precio de tanto sacrificio.

Delvaux




INACABADO.


No deseo esta muerte de caballo hueco,
prefiero la muerte súbita en la ventana,
respirando por última vez la noche leve.

La vida entre estos muros,
es una enfermedad que no se cura,
viene con una soga al cuello.
La libertad en estas calles,
es sólo una mentira
que empieza a doler en el costado.

Por muerte digo ausencia,
de todo lo que no puedo aplastar
contra la mano. Mi rebeldía,
no es más que una hoja
que deja escapar un bosque entero.
Silencio, angustia y un despojo
de carne consagrada a las tinieblas.

Como la hiel mi vientre se oscurece
y nada queda ya más que la cólera.

Y estos recuerdos y estos gritos,
y el eclipse del mar en las pestañas,
y ese día de silencio frente a nadie,
y este disfraz que ha nadie duele.

Hubiera querido llamarme tumba,
tumba de rosas negras y locura,
no desear amor, casa o triunfo,
ser una gota de nada en este infierno.

Pero ya se han consumido los espejos,
mi voz y mi cuerpo han madurado,
han comprendido esta existencia,
malvada y cruel que aún me florece,
que aún nos hace vivir bajo la piedra.

Sin concesiones,
se destruirá esta casa, se quedarán
en ella otros muertos,
sentados al calor de su esqueleto,
como antes nosotros nos sentamos.
Leprosos nacidos de unos pechos
mutilados, que no supieron respirar
su aire, que comieron del plato
de los miedos, que oscurecieron su piel
y hasta los huesos, _acaso un poso
de sombras en el lecho_, ardieron
en el silencio desarmado.

No cambirá la vida su costumbre,
de hacernos duplicados, raquíticos,
deformes, acorralados ante el miedo,
temblando al contemplarse
en sus harapos.

Se inventarán hijos nuevos,
en cada rincón, en cada hueco,
diminutos hijos, blandos,
en cada azul escalofrío de pequeños
pechos, y construirán otra horca,
otros silencios, y volverán
a tener hambre y rutina,
como antes nosotros la tuvimos,

Todo brota de nuevo, todo huele
a fruta podrida, a carne muerta.

Si me detengo en este punto,
no encenderé más lámparas deformes,
ni construiré en el aire más cometas.
Quiero sentarme y descansar
de esta gran lucha, adormecerme
poco a poco en las cornisas,
a la espera del hilo que se rompa,
una noche, un día de amnesia
en el cerebro, ir resbalando
en su pendiente, hasta caer,
tan suavemente, que ni las losas
del suelo se levanten.

Y no pido perdón ni tengo excusas,
si acaso para dos gorriones y una ola,
generosa y dulce que me dio su tiempo.

Aquí os dejo con la vida,
viola de difuntos,
escarlatina en la pálida piel de un perro,
viaje al fondo del abismo.

Aquí os dejo con la vida,
idiotamente reunida en vuestros cuellos.

martes, mayo 15, 2007

Satan (Blake)




Han caído las hojas blancas sobre el muro ciego.
Mi corazón ha envejecido.

Han caído las horas bajo el yugo de los pozos.
mi corazón es un puñado de fechas.

Pinto un círculo en el aire,
voy a tientas,
las húmedas nubes mancha la claridad.

El vuelo

el vuelo,
jubiloso, turbado, imprescindible,
delgada brizna en el sueño.

Voy a tientas y por ti huyo,
balanceando la vida y la muerte al mismo tiempo,
en el extremo de la palabra,
que no es más que un pájaro de jade,
con el cuello cortado.

Pinto un círculo en el agua,
y todos los peces vienen a visitarme,
abren sus ojos ovales,
ablandan mis pies, hacen pan con mis dedos,
hacen de mí su alimento.

Voy a tientas y huyo por ti
que caminas con un solo ojo
que eres huerto desposado
noche al mediodía.

Pinto un círculo en la tierra...

En vano busco la humana yema,
el agua que borre la pisada,
la sed y su cosecha.

miércoles, mayo 02, 2007

Olbinski




Es horrible ser dos inútilmente.

Antonio Gamoneda.

Estallará la muerte, pero estará viva
entre tu soledad y mi vacío.


A medida que el otoño se me acerca
con su luna menguante pegada a mi silencio
con los años destruidos y el viaje incierto
recorro bajo la lluvia escurridiza de Noviembre,
los secos matorrales, las ventanas huidizas,
el pulso de los pájaros,
sin dejar rastro alguno de mi paso.

Sobre la tarde,
sentada bajo el árbol de los viejos,
reuno las fuerzas necesarias, el tiempo,
para cruzar la línea divisoria
que separa la carne mortal del cielo,
el blanco ojo de las horas que se anuncian.

Desde ahora,
con la voz justo en la espalda
y la respiración apenas contenida
caliento el humo de las noches
arqueo el beso y brevemente
disuelvo los esmaltes y las joyas.

martes, mayo 01, 2007

Vincent van gohg




Cuando el tiempo pase
con su caudal de tiempo
y la memoria sea
un agua inmóvil.

Cuando tus pasos
ya no contengan más eco
que el de las hojas de otoño
puras y extrañas
elevandose en el aire
y en tu brillante forma
se iluminen las ánimas.

Cuando la vida no tenga pecho
y el ojo viva en la tumba
descubrirás mi nombre
bajo una cruz de piedra
entre los muros que cuida el ángel.

Cuerpo sin luz,
callado fuego nacido.