sábado, diciembre 16, 2006

Gionvani Battista Piranesi (Carceri d'invenzione)



Te mueves bajo las torres,
silenciosamente,
con el juicio de quien oye cantar su ayer
en el primer frío blanco y riguroso.

Tu pie camina y duerme y fluctúa en el color azul
de los jardines,
donde las ratas vestidas con gasas negras,
convierten en ceniza las campanas que brotan
del fondo del fuego.

Las escaleras bailan en el estrecho abrazo de las piedras.

tú,
atas la piel al foso de los inocentes
y apuntalas las manos en la fina membrana de las cornisas.

Algo vuelve del fondo de los milagros.

Una pared puede envolverte en su adormidera.

Transparente y decidida tragas el largo estertor
de una misa de difuntos.

Sobre los puentes
atrapados por un fino laberinto de oscuridad
dejas que la máscara gotee su endeble semilla.

Al fondo,
el ligero anillo del reloj ha imcumplido el pacto,
tartamudea cuando saturado de rehenes
pierde el honor y se entrega.

miércoles, diciembre 06, 2006

Silencio.



El mundo no te regala nada, créeme,
si quieres tener una vida, róbala.

Lou Andreas Salomé.


Y todo era silencio...

La tarde nos hablaba desde dentro,
los pájaros hilaban el norte de los líquenes,
recogían su propio aire fascinados,
y en él, dejaban su celeste vuelo
y se extinguían.

La tarde y su cojín de hojas secas, ciegamente,
nos cubrió al ligero azul, aún sin desvelar.

El estanque de ojos seniles, la turba, el monje,
la sombra de la vida,
amantes centenarios de rostros dolorosos,
culpables o inocentes en brazos de la muerte.

Los muros, el silencio.

Tu corazón emergiendo como un ángel.

Habían ardido los nenúfares silvestres,
las horas, la fiebre, vacías de piedras,
deshojadas en racimos de espejos.

Mi corazón nutrió el pequeño latido de los mirlos.

Entonces,
se alzaron las sombras por encima de los bosques,
y se llenaron de hebras dulces, extraños ríos,
que bajaban hasta el agua y mordían
el blanco corazón salado de los cisnes.

La soledad nos dibujó en las manos
una débil luz prohibida.

Caminamos sin pies hacia la fruta...

(Atrasa los relojes, el tiempo, la duda,
el mañana puede que no nos pertenezca).

Pero la noche abrió su muerte insomne,
nos buscó en los brazos venideros,
nos miró, triste, con su bozal de nieve,
con su nocturno mármol,
con su sonata negra abriéndonos las urnas.

Ella, como tú, va tiñendo de rojo mi cuello,
ocupa el lugar de mis manos,
el estupor de mi crepúsculo.

Ella, como yo, deja caer su luna seca
sobre el soplo de los náufragos.

¿Dónde ha quedado la siembra de las hojas?

Un humo denso sube en espiral hacia el pecho,
anhela otro ayer, un mañana de alabanzas.

Aún unida y dividida, dominando la sed que acude
perfumada en lenguas de alabrastro,
cierro mis profundos ojos
y dejo caer en el surco desnudo de la tierra
un diamante joven que germine bajo la lluvia.

sábado, diciembre 02, 2006

Isabel Muñoz (Tribu Surma, Etiopía).



Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos,
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.

Antonio Gamoneda.



Si supiera mantener ese orgullo,
Estirar el dolor y mirar a la herida,
con los ojos, con la sed y la plata,
con las manos liberando el latido.

Si supiera entregar como ella
el linaje fluvial puro y manso
que habita en su rostro tatuado
de miles y miles de árboles.

Ella guarda el olor a maderas,
la inocente silueta del viento,
el calor de la miel bajo el brazo,
la riqueza de un pájaro libre.

Si pudiera mantener ese orgullo...

sábado, noviembre 25, 2006

Ella



Como nocturnas aves. Largas anguilas blanquecinas
sobre el pecho resbalan. Una luciérnaga aparece
en su frente. Sus hojas llora un sauce
sobre ella y su pena silenciosa.

G. Heym.


Ella

vive

en el fondo del lago

visible sólo para la bruma

donde el aire es fácil

y la noche dulce.


Ella

y sus manos

y una orquesta de grillos

y un piano blanco de hojas.


Ella

se viste con pausa

se vuelve visión

vidriera en el agua.

Ophelie. (Auguste Préault)




En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lírio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos...
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.

Arthur Rimbaud.



¿Quién hay en el fondo del lago?

Ya no tirita Ofelia en su lecho de hojas.
Ya no distingue la luz de la muerte.

Ha quedado en silencio
con los ojos abiertos en su caja de agua.

En u cuello inclinado ya no habita la aurora,
ya no siente la voz de las fuentes,
ya no acumulan sus labios la llamada del ángel.

Sola, placenteramente ahogada,
sólo es visible en su cuerda de estaño.

Abrazada al viento lunar que devora su vientre,
arqueada en sus manos que han quedado sujetas
al exilio del aire.

Los jardines abren su sombra.

Un canto infantil regresa del bosque.

¿Dónde se enconden aquellos cipreses de agua
que azuleaban sus finos tobillos?

¿Dónde la cascada de lilas que perfumaban su leve cintura?

Ofelia ha elegido vestir de novicia,
ser el invierno de su inmóvil palabra,
oscilar en la bruma, como muerta
con su cara de pálido vino.

Atravesadas sus manos por raíces cariadas.

Ella en su cuerpo, olvidará que el sol ya no existe,
mirará el vuelo ligero de las nubes
y perdida en la espesura del lago,
hundirá sus cabellos, hasta el fondo,
en la vigilia del tiempo.

viernes, noviembre 03, 2006

La tempestad (Giorgione)




Bajo el orden nocturno el peso del estío
ha desnudado tus senos y ha desgastado
esta casa de persianas bajadas y rotas
que aún espera al hostil adversario.

Los boquetes en la piel dan cuenta
de la feroz batalla.

Un ladrón en la niebla y una venda en los ojos
y las sombras bajando en círculos de sal
sobre la flor y después, nada.

La noche se viste para mí, abre los párpados.

(Si supiera el instante en el que estallará la tormenta,
dividiría la luz en cristales de agua para alumbrar
el lado negro de las piedras).

Pero sin nombre,
sin la inmaculada presencia del ángel,
seré como un pájaro en su último vuelo
por el fondo de los lagos.

La noche se viste para mí, cierra los párpados.

En la distancia engendro un lenguaje de ave migratoria.

La noche, la imagen muda,
el armario que llora con su locura dentro,
la cama ridiculamente deshecha,
la pisada que espera ser...

el tiempo aumenta su voz a medianoche

Nadie sabe que aprendí a caminar en el agua.
nadie sabe que miro fijamente el humo de las velas,
nadie sabe en que espejo habito.

Nadie sabe que soy una manzana en el suelo

y olvido que he sido, soy

una niña de hospital con juguetes muertos
una niña con manos de árbol huérfano
una niña deteniendo el azul del día.

o una mujer ahorcada en la ventana.


miércoles, noviembre 01, 2006

Todos los Santos.



Oh hermana de la sombra,
nocturna cuanto más fuerte es la luz,
me sigues, muerte.

Giuseppe Ungaretti.



Tú, que paseas entre las piedras dulces,
y dulce tu figura entre los árboles ,
va inclinándose hacia la sombra de las hojas

como un ángel extraño y maldecido
por la quietud que la muerte ha dejado
sobre el precipitado silencio de las lápidas...

tú, que no respondes a las miradas
ni conoces el ruego de los lagos
cuando sin voluntad y amantes de la tierra

se ablandan en las manos y se quedan
en un extremo del tiempo, donde tú,
paseas, inválido, bajo el ropaje del viento.

Desnudo, en tu pobreza, separado
del diente y de la piel que te sujeta
buscarás al pobre que llevas dentro, pálido,

y pálido, sobre la noche eterna,
ocultarás el hueco de la herida
en el último roble apoyado contra el pecho.

sábado, septiembre 23, 2006

La joven leyendo (jean-Honoré Fragonard)





La mano,
Pavo Real, casi inmóvil.

La suave forma del busto
tallado por encima del tiempo.

La ondulación del blanco.
El encuentro nupcial frente a las hojas,
traslucidas como libélulas aguadas.

El juego ingrávido, la corona,
el soplo de los ojos, el agua negra,
incluso el diminuto arqueo de la espalda,
respira sobre la pluma dócil.

La mano,
desnuda en la colina, regresa,
al hermoso silencio de las horas.

Eternidad, sosiego.

Y la luz,
la luz erguida al otro lado
abre una semilla entera
y vienen a sujertar lo inacabado.

©

jueves, septiembre 14, 2006

Melancolia (Durero)


Me asomo a este ángel de melancolía,
de forma misteriosa
y apurando el dolor que entra en la sangre,
como un narcótico lento que calma
y enfurece a la vez el propio gesto.

Me confundo en sus ropajes grises.
me entrelazo en el meloso yunque de su frente.
me pierdo en el poder de sus robustos brazos.

Me asomo a la campana que se eleva
por encima de los dioses mortales,
por encima del éxtasis de su dulce corona,
por encima de su mágica rueda.

Me asomo y veo una orla de tiempo
carente de espíritus alegres,
de fuentecillas ligeras,
de cigarras narradoras

Me asomo a su blancura y es
como asomarse a la muerte de las flores
al ayuno del amor
al lánguido aliento de los peces.

(Encuentro una gota de sudor
encerrada en un círculo
y lo abro y tiene la fuerza del encuentro
la vehemencia de un ojo al borde del suicidio).

Apoyado en su lechosa melancolía,
deja volar los minutos, observa
el rugir incesante del mundo,
mientras yo confio en su realeza.


©

viernes, agosto 18, 2006

Resurrección en el río




Un nuevo corazón abre el misterio y muere

Una cuerda se ahoga en los cristales

La mitad del cielo aún no se ha extinguido

Los pies se amontonan entre la cuna y las alas

Y el dolor vuelve.



Una cruz

y un camino

al lado de las aguas

aún sin desvelar

al ligero blanco.



Todas las horas acabarán durmiendo

Todas las señales se han encendido

Todos los ruidos cubrirán la tierra.



Nacer sobre el viento

Devolver la lluvia a la voz

Que calla

Que cae

Hacia el espejo que oculta su respuesta.

©

domingo, julio 30, 2006

Doble retrato con copa de vino.



Sírveme el vino dulce de las tinieblas.

Es Noviembre y mi nombre es una esponja
en la boca del mundo.

Sírveme un cesto pequeño de cerezas
recogidas del árbol de las corzas.

Es Noviembre y hay que dejar que el agua
salte por el hueco de las piedras.

Es Noviembre y la memoria asoma
y se agita en la memoria de las algas.

©

domingo, julio 23, 2006

A Charles Chaplin




Te conozco tiempo devorador de palomas.

Tiempo.

Loba enferma
cachorro violento que desgarra la luz
violador de madres e hijas
amigo de la sed y de la duda.

Tiempo.

Mugido en el temblor de la noche
extremidad separada del cuerpo
palabra magnificada por los hombres.

Tiempo.

Gancho en el dedo índice de los rufianes
que lentamente convierte en cenizas
a los bueyes dormidos.

Tiempo.

Cuerpo sin libertad
animal frente al espejo
vergüenza de los esclavos

Botín de dioses.
Soga en el cuello.

Cadáver sin ungir.

©

sábado, julio 15, 2006

Claro de Luna



Me he detenido.

En la voz interior de la piedra,
en la piedra escrita en la mano,
en la edad que se teje y desteje en mi voz.

Con el tiempo acunando el acero,
con el rostro de nadie,

me he detenido.

En los despojos que salen de aquellos
que enfangan el agua
con la náusea callada y tan lejos
del aire...

me he detenido.

Y he mirado por encima del muro
la palabra escupida en la tierra

y luego y luego...

Cansada de abrocharme las mañanas
cansada de esta habitación oscura
cansada de esta hiel seca que cabecea
en la sangre, llena de sed, llena
de otros, dentro de mí, decapitada.

Vacía de todo,
con la savia muerta entre los brazos
he bajado los párpados a la sombra
y asida al filo de la navaja...

dispongo los nombres, la esperanza,
el sudor viscoso de la vida,
el final del beso, el vaho monstruoso
del amor y de su máscara deforme.

Sin cuerpo, sin texto.

Cansada de la ceremonia íntima y sagrada
de ser locura ártica que vivirá de la nieve.

©



sábado, julio 08, 2006

La casa gris



Esta noche
el incansable fondo
del armario
gime
con su cansada orquesta
de gritos centenarios.

Busca
el silencio primitivo
el baile desnudo
de la voz
en la madera.

La sed de la lluvia
en el espejo.

Formas que se unen.

Expiración de sombras
en fuga

hacia la cicatriz
de los desvanes

hacia el final piadoso
de la luz.

©

domingo, julio 02, 2006

La casa del abuelo.



Arca de cristal y barro.

Sobre el mediodía
una canción de cuna.
Al anochecer
un verdugo en el lecho.



Huye el pulso de la mano tras el corazón.
El fino cuello de los relojes se retira
al inmenso latido que se opone a la mano.

(Construirán un zumbido de piedras
destruyendo el vuelo de los ausentes).

Un solemne desacato al culto de los lirios,
un espacio de luz acribillada,
es todo lo que contiene el peso de la carne.

Esta es la casa donde anida el viento,
donde azulea el color del agua en las ventanas,
donde las manos aprenden de la piedra.

Duermevela de nombres en el orden de la noche
o en la sombra pura que nos alarga la memoria.

Adherida al mundo,
absuelvo sus ojos de la arena
para volverla ceniza en la fragilidad
de las corolas.

Apago la luz cuando cantan los pájaros
y el cráneo recupera su ceguera.

Una nota blanca en la penumbra,
desdibuja el grisaceo silencio del abismo,
viene del cielo profundo a iluminar el árbol,
pero en el suelo funde su luz la sombra fría.

¿Quién al rozar el trigo se lavará la piel?

¿Quién abrirá esta casa de huesos helados?

En cruz sobre la muerte del agua,
nada puede tocar el recuerdo de la flor,
ni el habito que curva el lila y verde de los difuntos.

©

sábado, junio 24, 2006

Chagall


En la profundidad del espacio silencioso,
un golpe de manzanas mar adentro,
desdobla la densidad de las sombras
y la dimensión callada y fría del espejo,
separa el nido de las piedras, volviéndonos
arroyo desbordado sobre el grano.

Remontarse por encima de la luz,
mientras descubres el vuelo de un ave,
sin peso y sin volumen,
dispuesto a reencarnarse en pisada
que ha de borrar el tiempo.

©

viernes, junio 16, 2006

El gallo



En mi mano duermen las hojas que el otoño olvida,
con el poder de quien atrasa la lluvia
y se emborracha en la densidad de los huesos.

Estamos solos en colores y formas.

Estamos en la distancia que flota en el sonido del agua.

Y sin embargo,
son los poderosos días donde me desnudo,
donde el polvo se ajusta a aquello que fui.

Yo cierro los ojos a las ciudades inertes.

Aquí un delirio clama su espesor de algas.

Sobra afán de oscuridad en la maleza.

Cegados por el deseo de partir lo vivido
vamos naciendo en la descarga de todas las incertidumbres

Después de todo nos queda
ese mirar extraño hacia el pasado.

Hacer el equipaje y lamer el borde del ayer.

Desde su muerte,
un extravio nos preserva del duro invierno
mientras nos vamos mirando oblicuos.

_Pájaro inútil en el escorzo de la noche
inventa unas alas y huye_

Asombra después la calma
cuando levanto las persianas y fondea en los ojos
Venecia...

Alzo un dedo y desclavo años.

A menudo en ellos colecciono sombras,
sombras de nieve tras los cristales
donde morimos de pie y sin tristeza.

©

sábado, junio 10, 2006

El poeta (tres y media)



Esparce tus flores, forastero, espárcelas sin miedo.

Paul Celan.


Toma el aire e interpreta un silencio,
después crece en el brillo de la noche.

Tu palabra será una piedra en medio del mar,
clara y pulida.

Después

Toma la sed
y olvida el ojo.

El lazo será una oscuridad ligera,
un cristal donde se unan tus manos.

Donde no llegue el cruel espacio del círculo.
El voraz autismo de una rúbrica.

©

sábado, junio 03, 2006



Aún desconozco lo pasos
aún soy rama que araña los cristales
bulbo de agua en el aire

No tengo más espacio
que esta piel blanca que me protege
y estas noches prestadas

El ojo reventado
vuelve a morir sin una imagen digna
sin saber lo que ha sido

y todo se queda bajo la tierra.

domingo, mayo 28, 2006

La ventana blanca.

Hasta la noche llega
esta muerte diaria de saxo sin cintura.
Después el alba se encarga de borrar
el interior de la boca.

Un montoncito de lilas
en el afluente de la memoria
no bastará para vestir de blanco
los ojos.

(Empújame hacia la sombra).

El caudal que la lluvia ha dejado en las calles
visita la espalda de quien se aleja.

En vano tu dolor te nombra,
y un puñado de amor sin propietario
salta de tumba en tumba con su rictus
de invierno.

La presencia de un pájaro en el labio
nos hace gota de miel en la noche,
Agua en las manos de cristal,
canales azulados y un cúmulo de ventanas
buscando la desnudez de la luz.

Todo se pierde con el sutil soplo del viento.

martes, mayo 23, 2006

La rama




La chimenea
gris
levanta
un hilo de muerte

Lleva un ciprés
de luz
en su talón izquierdo

Un sonido de cobre
casi violín
en brasas
traspasa el negro

y sube
hoja a hoja
peldaño a peldaño
flotando
enajenada

hacia el primer silencio
del mundo.

domingo, mayo 21, 2006

Muelle de Bercy



Todo lo que se anticipa
es el tránsito de la luz
en el peso de la palabra.

Un único resplandor
una simiente de nubes
en las manos ligeras.

El deslumbramiento
en el fruto

en la orfandad de las sombras.

L'arbre de Jesse



Amanece
sobre la exactitud de las ramas de los árboles
sobre la mirada extasiada de los niños
sobre los campos sin horizonte
sobre las almas que huyen
sobre las horas sin luz
sobre los muros fríos
sobre las noches
sobre el miedo
sobre mí

sobre la plenitud de la memoria
sobre el dolor de la nostalgia

sábado, mayo 06, 2006

El Vuelo


Un pico de agua en el estanque y algo de luz
en el vuelo de miles de libelulas.
Una extensa luminaria en las hojas caídas
y allí, sin más pálpito que la lluvia,

Alzar las manos, húmedas, brillantes,
y los ojos absolutos, permanentes,
desde dentro hacia el filo de la aguja,
pulida por la piedra y la palabra.

Asomarse a la noche y frente a frente,
descender al momento en que la voz se apaga
y desear sin manos, sin ojos, sin brazos
todo el bosque que madura en las sienes.

Un ángel nos espera y sin embargo,
la colmena asoma con su luz de agua
por encima de los pájaros que insisten en la piel,
en el deseo, en la cera perfumada de la alcoba.

lunes, mayo 01, 2006

Amantes a la luz de la luna




De la noche
tan breve
una herencia de manos trepadoras
una luz de agujas afiladas
un aliento de gatos en el pelo.

De la noche
el magnifico silencio de los puentes
las hogueras encendidas
el sorbo hondísimo del cielo
el agua fecundando el párpado.

De la noche
una cuerda de sombras en el aire
un silencio de niños plateados.

viernes, abril 14, 2006

La Mariee




Me he despertado en la noche flotando en el sepia de las medusas,
al este de los vientos que ahogan mi sombra, soñando
con un trono rojo y un hogar blanco.

Me he despertado en la noche con los pies helados
y una hoguera en las manos y un delfín en la boca,
masticando la sangre del tigre que sonríe ante mi muerte.

La espiral sobre el lecho y el corazón sobre el tiempo
hacen un hueco en la honestidad de mi sábanas.

He cruzado la línea que separa un golpe de rosas
de esta pequeña pluma que me escupe.

Sin mi sombra
seré pasto de los peces que naufragan en mi ombligo.

jueves, abril 13, 2006

Las tres velas.



Los días recién lavados amanecen
con una tonalidad de azul de metileno.

Las noches por el contrario
son cataratas de hormonas
visitando los cuerpos desnudos.

Desde la séptima rendija
toma el aire su desnutrido hueso.

Grande o pequeño el mármol materno
visita la espesa cabellera que ora
en la llama blanda.

Entra la noche.

Los cuerpos incrustados en su hedor
crecen en la sangre y en el agua.

La forma desciende por una multitud
de muecas.

En algún lugar hay cuentas de colores
alededor del cuello
y una gota de tiempo en la frente
que interpreta su final.

domingo, abril 02, 2006

Violinista azul



Lúcido infinito.
Lúcido como una estatua evaporada por la lluvia.

Una frente de vértigo,
después la sombra de los moribundos
amanece en su inmortal avenida.

Después,
la catarata de luz sobre los lirios
o el exilio viviendo de su gloria.

Y en medio una torre aislada en su pureza.

sábado, abril 01, 2006

Chagall




Asistir a tu propio nacimiento, con una mano extendida hacia el cielo y la otra encerrada en una cápsula de lodo. Asistir al sacrifício de abrir los ojos y respirar en un pequeño surco sin otra concesión que la de ser un trozo de carne examinada y sin juicios.

Respirar es llenarse los pulmones de discursos para justificar barreras, disfrazar los alveólos con jerséis de angorina, empollar la sangre para que nazca el lugar donde poder morir sin hedor alguno.

Después de todo es acostumbrarse al ciclo, a la idea de ser
un pequeño microorganismo al servicio de los dioses.

Aquí tenéis el pequeño alfiler imantado que os dan los magos que mueven el mundo.

Prendeos de él. Utilizad su punta para cercenaros el lado del cerebro
donde anidan los pájaros. El beneficio será inmenso.

El beneficio será el orden de los minutos y la noche que acaba en una cama
grande y blanda. La permanencia del sol en las ventanas limpias.
La ciudad_hospicio que nos garantiza una limosna en la piel
cuando esta llega a su última arruga.

El beneficio será el orgullo de circular por el asfalto de una ciudad enferma
y arrojar los dientes al agua fría.

Envolver el alma con chispazos de celofán, afiliándose a los barrotes
que nos protegen del pensamiento único.

La espalda recta, los ojos sin desarrollo, la mirada corta, las manos en guardia, el cerebro de cartón frente a un escaparate donde se exhiben artículos de lujo para festejar la vida. Luego la disputa por la felicidad decorada en un huevo.

Nos sirven el corazón en moldes de plomo para aumentar la hemorragia que nos divide y organiza.

martes, marzo 21, 2006

Primavera.



Regresa pájaro del tiempo
con tu sangre viva a recorrer
mis venas.

Estoy como la fuente helada
en el deshielo, frágil
ante el sol
y su celeste juicio.

viernes, marzo 17, 2006

Techo de la opera de Paris (Chagall)



Si pudiésemos elevar la luz
más allá de donde ingrávida se estanca
y nos deja sin suelo.

Si pudiésemos sentir su leve gloria
apoyados tan sólo en el brazo menudo
de los bancos.

Seríamos espejos sin límites
deshaciendo el tiempo.

miércoles, marzo 08, 2006

La mujer y las rosas (Chagall)



Soy así. Otra mejor os deseo.

Anna Ajmatova.


Yo soy la que se esconde de todas las banderas
la que escoge el trueno y espanta el olor macerado
de la vida.

Aquella que busca el profundo despertar de los viejos asteroides
y guarda en sus manos el verde silencio de los desfiladeros.

Desde aquí,
por que sé que el tiempo es olvido
voy subiendo al último ocaso.

Desnuda

toda infierno

indefinida como un ave que tan solo se sostiene
por el dorado instante de una palabra.

Una palabra de mármol
una palabra sin equilibrio
una palabra que espero

calladamente

bailarina en el polvo de todas las estatuas.

Soy así.

Sangre de animal esquivo en el más oscuro destierro.

Altivo jade cuando alimento el aceite que prende la mecha.

Soy el verdugo de mis propias venas
el crimen de mis dedos.

sábado, marzo 04, 2006

El sueño (Chagall)



Supón que la vida nos es fácil.

Que uno puede adormecerse al otro lado del fuego
e ir contando pulcramente las horas
hasta que en su silencio de noche sin memoria
una sonrísa húmeda invada el rostro.

Supón que no hay nada sobre la tierra
que pueda despertarnos.

Que la aspereza de los días,
es sólo algodón que besa las calles
y la penumbra del invierno,
un gato pequeño y tibio que se arrulla
en el hueco de las manos.

Supón que el dolo
no es más que una gran pompa de jabón
que avanza por los tejados
dejando tras de sí toda la suciedad
del mundo.

Y al abrir los ojos el aire es limpio
y las estrellas duermen como pájaros.

O que al llover el agua apenas moje.
O que al amar, el corazón,
perdiese su armadura.

O que al nombrar palabras como

Tiempo Amor Silencio

La vida pudiera convertitse en rubios focos de libertad
en el caoba de los ojos.

domingo, febrero 26, 2006

La puerta del cementerio (Chagall)




Por debajo de las sombras una cúpula de sal entre dos mares
abriga al corazón.

Diría;

que el viento y la luz son más viejos y han creado
un desnudo desorden en cuevas y nidos.

Diría;

ayer,
la añoranza de una habitación azul sentó su nuez
en la memoria y el tiempo apuntaló su delicada ruina
en el lugar donde hoy las piedras son duda
bajo el agua

Se diría qué;

el color de la fiebre prematura se lleva como una puñalada mortal
siempre envuelta en un trozo de nervio que no huele.

Ahora es breve la sombra
como espíritus algodonosos
excluidos del mundo.

Ahora un muro sobresale al separar los dedos.

Ahora un pez rojo
puede pintar la noche de inalcanzables ramas.

Tendremos que esperar sin movimiento alguno

al loco del futuro
al loco sorprendente
al loco que emerge del agua
con su canción de hojas y de océano

sábado, febrero 18, 2006

Marc Chagall (Amanecer)



Ella dirá noche y ofrecerá su voz limpia
cuajada de silencios.

Ella irá pisando los nervios uno a uno
hasta forzar el aire.

No tiene otra voz y la esconde entre sombras.

En la sangre abandonada
el la pulpa de los árboles
en la hoja que libera el pensamiento

en la pieza de música que aún perdura.

Ella bajará al frescor de las fuentes
mitigando el dolor con su pie derecho.

martes, febrero 14, 2006




Yo sé que nunca he beber el final de la copa.

Me quedaré sentada como un mastín sin hambre
y escribiré para la muerte y para el vino.

Me llegará la mala hierba a las entrañas
y no pronunciaré ni un solo nombre ante la tumba.

Me entregaré sin confesión al principio de las nubes
y en mi última semilla creceré como el silencio
por todas las esquinas.

Seré entonces una lengua generosa
un recuerdo manso en el latido de la tierra.


Volver al agua

a la forma más pura de los labios
al vuelo del arroyo en el deshielo
a la forma ligera de la mano.

Volver al mar

con los brazos abiertos a la lluvia
para llegar a deshacer el dolor
de un pez recién nacido

Volver al líquido

dispuesta a caer sobre la piedra
o en la tierra que en la tumba abierta aún queda.

sábado, febrero 04, 2006



















El animal que anochece entre las alas de un mirlo,
en los oscuros jardines donde se apaga el viento.
La primavera, escalofrío, junto al muro en ruinas,
es un nocturno que palidece y hiela.

La iglesia rota la hoja dulce la sombra inquieta,
en el limpio silencio que en la roca se alza,
vacía el nido y en la frente, nubes infantiles esperan
a que la negra lluvia calle en el azul del tiempo.

En la ventana, el mundo, la muerte, la extraña boca,
la niña que canta en la madera, la llama que roba
dos manzanas, el corazón bajando la colina, el sudor
empapando el mortal brillo de las lámparas.

Tiembla el muerto enguantado en su toquilla, tiembla
en el grito de las flores biliosas, en el silencio
de las manos juntas, en los rostros azabaches de quienes
juegan en el pedregoso cementerio abandonado.

martes, enero 24, 2006



En un rincón
se cuentan los dientes dorados del verano.

La revancha de las horas era un racimo de seda
en el calor de los patios.

Tiempo lento
sol de nido bajo en la mediasombra de las piedras.

Tiempo sin hambre
seno voraz en brazos de un reflejo.

Levadura de Julio entre los arcos de lo que ya no existe.


Si no fuera al menos varias veces al día
árbol zurdo, incontrolable,
porción de asombro, ojal de plata,
cuerpo abarrotado de sombras, luz
de animal encadenado a la razón más pura.

Si no fuera escondite, balido de horas,
cartón que enciende sus orillas,
verde abandonado en la boca, tibia
consagrada a su tumba, invierno
o grillo de regreso.

Si no fuera dolorosa partida o comienzo
de millones de horas, amargo_dulce
aún no nacido, círculo rojo en las costillas,
disparo, eclipse, acertijo exotico.

Si no fuera caldo en la mesa, deidad
en mis dedos, mármol que intuye el frío.

Expiraría en los túneles sin intención de ser.

domingo, enero 22, 2006



Quise ser el pájaro sobre la tumba del primer hombre
y ofrecer mi garganta lacrimal a las estrellas de la noche
para poder devorar la cera aún caliente que alimenta
mi sed de bulbo callado y ciego cuando aúlla la angustia.

Quise oscurecida llegar por el principio de los puentes
al blanco amanecer de las cerezas sobre el suelo
sangrando su luz decapitada por la tierra en la hora
en que todo se convierte en semilla trasmutable.

Quise ese día fluir bajo la lengua y abandonar la cámara
donde rugen los deshechos de las pieles y en su voz
depositar ese viento de limosna larga que vence
a la razón y a la muerte.

sábado, enero 14, 2006




Con las rodillas rojas, desolladas
con la espalda anochecida e incompleta
con el intenso olor de lo podrido

Con los hijos en los senos rebeldes
con los sueños desatados y el deseo sujeto
con el ardiente hormigueo del cristal sobre las venas

Con el silencio en la piel y el nudo suave
con el gesto en trance y sin vestido
con la cabeza en fuga y el corazón sin leche

Con el recuerdo sin aire en la garganta
con la firma de un pacto mal escrito
con el odio acomodado en el colchón

Con la palabra leída y masticada
con el orgullo de mantener el tatuaje
con la edad a pie de foto

Con el desprecio de los cuervos obligados
con el reloj furtivo y puntual sobre la carne
con el nudo en lo alto del grito

Con la justicia de las piedras en los ojos
con la ley del frío humillando el pensamiento
con las costillas llenas de asesinos

Con el tiempo entrecruzándose al final de un verano
con la uz hundida en un vaho de silencio
con la muerte de los pájaros sin nombre

Con la cal en los ojos cuidadosamente doblados
con la estrecha mano de quien huye
con la serpiente enrocada en la conciencia

Con la sangre que mana por debajo de la tierra
con el estiércol que escala por el sudor de la ventana
con la herida desafiante

Con el deseo de hervir en la tinta
con el ansia de clavar la destrucción
con el anhelo de la estaca abriendo el corazón

Con lo amargo de todos los días
con lo amargo de andar sin apetencia
con lo amargo de batir las alas en el hambre

Voy resbalando desde los puentes hacia la claridad del agua.

domingo, enero 08, 2006




Una mujer vive a su modo.
Separa la luz
se extravía en la noche
aprisiona esqueletos sin pudor
desnuda el silencio de las calles.

A cierta hora se vuelve escalera
se detiene en las azoteas
llueve relojes incandescentes
y apena confía ya en el tiempo enloquecido.

Baja los ojos
espera
el profundo silencio que todo lo llene
o espera
el grito que aún se desconoce.

Una mujer con las horas mordidas
vive a su modo
entre una multitud de grandes cataclismos
más allá de los hombres.

Desterrando el mediodía
la raíz del barro.

viernes, enero 06, 2006




Un silencio desafía a las más dura palabra.

Es el frío perfecto de un ojo resignado
sereno y resignado
allí en la caverna que ningún ser habita.

Dispón la voz para las nubes
para la noche guarda la palabra.