lunes, octubre 13, 2008

Absurdo Silencio




Vienen en silencio y del silencio,
los miles, millones de ojos incendiados
por el hambre, robados al trigo negro
que hiela los músculos del hambre.

Vienen aún dormidos, no muertos,
dormidos por el principio de que,
todos los hombres son iguales.

La flor del fuego marchita sus voces.
Son muchos y sin embargo inamovibles,
vencidos, duermen, mueren,
en un absurdo silencio.

Sucede así desde hace tanto...

Pero, y si uno de ellos, solamente uno
levantase el puño y golpease los muros.
Seguramente quedaría dormido,
muerto para siempre.

Pero, y si después de muerto,
junto a su tumba, otro hombre,
aún dormido, no muerto, tomase su voz
y su puño y golpease los muros,
y después de este, otro, y después otro,
hasta formar una marea incontenible.

Una marea de amapolas, un caudal
de manos genéticamente enlazadas,
una lenta pero firme corriente de agua,
que inundase los campos, las ciudades,
las calles, las cabezas sin pasaporte.

Seguramente se formaría,
un hermoso baile dentro de un relámpago
que abriría las compuertas de los silos,
que abriría manicomios y celdas,
que abriría ese lugar, ese otro lugar,
donde la noche no es eterna.
Bajo las estrellas,
yo te invoco Satán, yo te pronuncio.
Ven a mis manos a mis ojos,
incendia el hueco azul de mi origen.
Muéstrame tu rostro plateado,
siémbrame bajo la tierra,
en el jardín que en la penumbra,
vomitó el Ángel que me custodia.