esta muerte diaria de saxo sin cintura.
Después el alba se encarga de borrar
el interior de la boca.
Un montoncito de lilas
en el afluente de la memoria
no bastará para vestir de blanco
los ojos.
(Empújame hacia la sombra).
El caudal que la lluvia ha dejado en las calles
visita la espalda de quien se aleja.
En vano tu dolor te nombra,
y un puñado de amor sin propietario
salta de tumba en tumba con su rictus
de invierno.
La presencia de un pájaro en el labio
nos hace gota de miel en la noche,
Agua en las manos de cristal,
canales azulados y un cúmulo de ventanas
buscando la desnudez de la luz.
Todo se pierde con el sutil soplo del viento.