sábado, septiembre 23, 2006

La joven leyendo (jean-Honoré Fragonard)





La mano,
Pavo Real, casi inmóvil.

La suave forma del busto
tallado por encima del tiempo.

La ondulación del blanco.
El encuentro nupcial frente a las hojas,
traslucidas como libélulas aguadas.

El juego ingrávido, la corona,
el soplo de los ojos, el agua negra,
incluso el diminuto arqueo de la espalda,
respira sobre la pluma dócil.

La mano,
desnuda en la colina, regresa,
al hermoso silencio de las horas.

Eternidad, sosiego.

Y la luz,
la luz erguida al otro lado
abre una semilla entera
y vienen a sujertar lo inacabado.

©

jueves, septiembre 14, 2006

Melancolia (Durero)


Me asomo a este ángel de melancolía,
de forma misteriosa
y apurando el dolor que entra en la sangre,
como un narcótico lento que calma
y enfurece a la vez el propio gesto.

Me confundo en sus ropajes grises.
me entrelazo en el meloso yunque de su frente.
me pierdo en el poder de sus robustos brazos.

Me asomo a la campana que se eleva
por encima de los dioses mortales,
por encima del éxtasis de su dulce corona,
por encima de su mágica rueda.

Me asomo y veo una orla de tiempo
carente de espíritus alegres,
de fuentecillas ligeras,
de cigarras narradoras

Me asomo a su blancura y es
como asomarse a la muerte de las flores
al ayuno del amor
al lánguido aliento de los peces.

(Encuentro una gota de sudor
encerrada en un círculo
y lo abro y tiene la fuerza del encuentro
la vehemencia de un ojo al borde del suicidio).

Apoyado en su lechosa melancolía,
deja volar los minutos, observa
el rugir incesante del mundo,
mientras yo confio en su realeza.


©