sábado, noviembre 25, 2006

Ella



Como nocturnas aves. Largas anguilas blanquecinas
sobre el pecho resbalan. Una luciérnaga aparece
en su frente. Sus hojas llora un sauce
sobre ella y su pena silenciosa.

G. Heym.


Ella

vive

en el fondo del lago

visible sólo para la bruma

donde el aire es fácil

y la noche dulce.


Ella

y sus manos

y una orquesta de grillos

y un piano blanco de hojas.


Ella

se viste con pausa

se vuelve visión

vidriera en el agua.

Ophelie. (Auguste Préault)




En las aguas profundas que acunan las estrellas,
blanca y cándida, Ofelia flota como un gran lírio,
flota tan lentamente, recostada en sus velos...
cuando tocan a muerte en el bosque lejano.

Arthur Rimbaud.



¿Quién hay en el fondo del lago?

Ya no tirita Ofelia en su lecho de hojas.
Ya no distingue la luz de la muerte.

Ha quedado en silencio
con los ojos abiertos en su caja de agua.

En u cuello inclinado ya no habita la aurora,
ya no siente la voz de las fuentes,
ya no acumulan sus labios la llamada del ángel.

Sola, placenteramente ahogada,
sólo es visible en su cuerda de estaño.

Abrazada al viento lunar que devora su vientre,
arqueada en sus manos que han quedado sujetas
al exilio del aire.

Los jardines abren su sombra.

Un canto infantil regresa del bosque.

¿Dónde se enconden aquellos cipreses de agua
que azuleaban sus finos tobillos?

¿Dónde la cascada de lilas que perfumaban su leve cintura?

Ofelia ha elegido vestir de novicia,
ser el invierno de su inmóvil palabra,
oscilar en la bruma, como muerta
con su cara de pálido vino.

Atravesadas sus manos por raíces cariadas.

Ella en su cuerpo, olvidará que el sol ya no existe,
mirará el vuelo ligero de las nubes
y perdida en la espesura del lago,
hundirá sus cabellos, hasta el fondo,
en la vigilia del tiempo.

viernes, noviembre 03, 2006

La tempestad (Giorgione)




Bajo el orden nocturno el peso del estío
ha desnudado tus senos y ha desgastado
esta casa de persianas bajadas y rotas
que aún espera al hostil adversario.

Los boquetes en la piel dan cuenta
de la feroz batalla.

Un ladrón en la niebla y una venda en los ojos
y las sombras bajando en círculos de sal
sobre la flor y después, nada.

La noche se viste para mí, abre los párpados.

(Si supiera el instante en el que estallará la tormenta,
dividiría la luz en cristales de agua para alumbrar
el lado negro de las piedras).

Pero sin nombre,
sin la inmaculada presencia del ángel,
seré como un pájaro en su último vuelo
por el fondo de los lagos.

La noche se viste para mí, cierra los párpados.

En la distancia engendro un lenguaje de ave migratoria.

La noche, la imagen muda,
el armario que llora con su locura dentro,
la cama ridiculamente deshecha,
la pisada que espera ser...

el tiempo aumenta su voz a medianoche

Nadie sabe que aprendí a caminar en el agua.
nadie sabe que miro fijamente el humo de las velas,
nadie sabe en que espejo habito.

Nadie sabe que soy una manzana en el suelo

y olvido que he sido, soy

una niña de hospital con juguetes muertos
una niña con manos de árbol huérfano
una niña deteniendo el azul del día.

o una mujer ahorcada en la ventana.


miércoles, noviembre 01, 2006

Todos los Santos.



Oh hermana de la sombra,
nocturna cuanto más fuerte es la luz,
me sigues, muerte.

Giuseppe Ungaretti.



Tú, que paseas entre las piedras dulces,
y dulce tu figura entre los árboles ,
va inclinándose hacia la sombra de las hojas

como un ángel extraño y maldecido
por la quietud que la muerte ha dejado
sobre el precipitado silencio de las lápidas...

tú, que no respondes a las miradas
ni conoces el ruego de los lagos
cuando sin voluntad y amantes de la tierra

se ablandan en las manos y se quedan
en un extremo del tiempo, donde tú,
paseas, inválido, bajo el ropaje del viento.

Desnudo, en tu pobreza, separado
del diente y de la piel que te sujeta
buscarás al pobre que llevas dentro, pálido,

y pálido, sobre la noche eterna,
ocultarás el hueco de la herida
en el último roble apoyado contra el pecho.