domingo, julio 30, 2006

Doble retrato con copa de vino.



Sírveme el vino dulce de las tinieblas.

Es Noviembre y mi nombre es una esponja
en la boca del mundo.

Sírveme un cesto pequeño de cerezas
recogidas del árbol de las corzas.

Es Noviembre y hay que dejar que el agua
salte por el hueco de las piedras.

Es Noviembre y la memoria asoma
y se agita en la memoria de las algas.

©

domingo, julio 23, 2006

A Charles Chaplin




Te conozco tiempo devorador de palomas.

Tiempo.

Loba enferma
cachorro violento que desgarra la luz
violador de madres e hijas
amigo de la sed y de la duda.

Tiempo.

Mugido en el temblor de la noche
extremidad separada del cuerpo
palabra magnificada por los hombres.

Tiempo.

Gancho en el dedo índice de los rufianes
que lentamente convierte en cenizas
a los bueyes dormidos.

Tiempo.

Cuerpo sin libertad
animal frente al espejo
vergüenza de los esclavos

Botín de dioses.
Soga en el cuello.

Cadáver sin ungir.

©

sábado, julio 15, 2006

Claro de Luna



Me he detenido.

En la voz interior de la piedra,
en la piedra escrita en la mano,
en la edad que se teje y desteje en mi voz.

Con el tiempo acunando el acero,
con el rostro de nadie,

me he detenido.

En los despojos que salen de aquellos
que enfangan el agua
con la náusea callada y tan lejos
del aire...

me he detenido.

Y he mirado por encima del muro
la palabra escupida en la tierra

y luego y luego...

Cansada de abrocharme las mañanas
cansada de esta habitación oscura
cansada de esta hiel seca que cabecea
en la sangre, llena de sed, llena
de otros, dentro de mí, decapitada.

Vacía de todo,
con la savia muerta entre los brazos
he bajado los párpados a la sombra
y asida al filo de la navaja...

dispongo los nombres, la esperanza,
el sudor viscoso de la vida,
el final del beso, el vaho monstruoso
del amor y de su máscara deforme.

Sin cuerpo, sin texto.

Cansada de la ceremonia íntima y sagrada
de ser locura ártica que vivirá de la nieve.

©



sábado, julio 08, 2006

La casa gris



Esta noche
el incansable fondo
del armario
gime
con su cansada orquesta
de gritos centenarios.

Busca
el silencio primitivo
el baile desnudo
de la voz
en la madera.

La sed de la lluvia
en el espejo.

Formas que se unen.

Expiración de sombras
en fuga

hacia la cicatriz
de los desvanes

hacia el final piadoso
de la luz.

©

domingo, julio 02, 2006

La casa del abuelo.



Arca de cristal y barro.

Sobre el mediodía
una canción de cuna.
Al anochecer
un verdugo en el lecho.



Huye el pulso de la mano tras el corazón.
El fino cuello de los relojes se retira
al inmenso latido que se opone a la mano.

(Construirán un zumbido de piedras
destruyendo el vuelo de los ausentes).

Un solemne desacato al culto de los lirios,
un espacio de luz acribillada,
es todo lo que contiene el peso de la carne.

Esta es la casa donde anida el viento,
donde azulea el color del agua en las ventanas,
donde las manos aprenden de la piedra.

Duermevela de nombres en el orden de la noche
o en la sombra pura que nos alarga la memoria.

Adherida al mundo,
absuelvo sus ojos de la arena
para volverla ceniza en la fragilidad
de las corolas.

Apago la luz cuando cantan los pájaros
y el cráneo recupera su ceguera.

Una nota blanca en la penumbra,
desdibuja el grisaceo silencio del abismo,
viene del cielo profundo a iluminar el árbol,
pero en el suelo funde su luz la sombra fría.

¿Quién al rozar el trigo se lavará la piel?

¿Quién abrirá esta casa de huesos helados?

En cruz sobre la muerte del agua,
nada puede tocar el recuerdo de la flor,
ni el habito que curva el lila y verde de los difuntos.

©